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Cómo las mujeres de comunidades étnicas y locales de América Latina están transformando la economía de sus comunidades
Alejandra Zamora
04 .03. 2021  
6 minutos de lectura
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No hay empoderamiento político sin empoderamiento económico. Este fue el principio en el que se basó la estrategia de 2019 de la coalición de RRI en América Latina para analizar los sistemas económicos basados en conceptos propios de desarrollo de las comunidades con tenencia colectiva.

El análisis pretendía comprender cómo estos sistemas económicos propios pueden fortalecer los derechos territoriales de los pueblos indígenas, las comunidades locales y los afrodescendientes, centrándose especialmente en las mujeres de estos grupos.

La primera etapa del análisis tenía como objetivo comprender las contribuciones de las mujeres a sus economías propias y a las empresas colectivas dirigidas por mujeres pertenecientes a grupos étnicos o comunitarios, un tema que históricamente se ha descuidado tanto a nivel nacional como internacional. El análisis se diseñó en dos etapas: la primera consistió en un mapeo regional de los emprendimientos e iniciativas económicas lideradas por mujeres en ocho países. La segunda, consistió en un estudio a profundidad de las condiciones favorables y el impacto de estos sistemas en las mujeres y sus comunidades.

Cartografía y clasificación

El análisis preliminar mapeó  89 iniciativas en ocho países latinoamericanos: Brasil (10), Colombia (10), Ecuador (12), Guatemala (13), Honduras (10), México (13), Panamá (9) y Perú (12). A partir de esta muestra, extrajimos las siguientes conclusiones.

  • El 68,5% de las empresas estaban dirigidas por mujeres indígenas, el 18% por mujeres afrodescendientes, el 9% por mujeres de comunidades locales y el 4,5% por mujeres de dos o más grupos.
  • Se encontró que las mujeres indígenas, afrodescendientes y de comunidades locales contribuyen a sus economías locales o territoriales a través de una amplia gama de tipos de emprendimientos. Éstos se clasificaron en: productos naturales y procesados, gastronomía, turismo, artesanía, servicios culturales y servicios sociales y de salud. Muchas iniciativas pertenecen a dos o más tipos de empresas.
  • La artesanía es el sector predominante, ya sea como actividad principal o complementaria. Dentro de la artesanía, el subsector textil suele estar vinculado al turismo.
  • Alrededor del 70% de los emprendimientos artesanales eran muy especializadas, continuando una tradición milenaria que aún se conserva fuera de los territorios comunales. Algunos ejemplos son las tejedoras, las peleteras o las ceramistas. En el lago de Atitlán (Guatemala), las tejedoras mayas exhiben los procesos de obtención, teñido y tejido de la lana, vinculando la antigua actividad a su cultura y a los procesos de curación espiritual.
  • De los productos naturales y procesados, el 77% pertenecía al subsector alimentario, que abarcaba desde el cultivo de productos de panllevar hasta la producción de derivados como el casabe, frutas en conserva, hierbas aromáticas para infusiones y otros. Este sector está frecuentemente asociado al turismo.

También observamos diferencias interesantes entre las regiones de Mesoamérica y Sudamérica. En Mesoamérica, los emprendimientos sociales y culturales fueron considerablemente más frecuentes que en Sudamérica , lo que indica una mayor participación de las mujeres en campos típicamente dominados por los hombres, como la música, los medios de comunicación, las finanzas y la defensa legal. Las organizaciones de mujeres de esa región han liderado acciones legales para defender la autoría de sus diseños tradicionales indígenas, han desafiado los estigmas asociados a las mujeres casadas que actúan en un escenario, dirigen cajas financieras rurales y lideran programas de radio y noticias en sus propias lenguas.

Factores que favorecen a las empresas de mujeres

Durante la revisión de fuentes secundarias, como redes sociales de los emprendimientos, investigaciones o noticias alrededor de los mismos,  identificamos tendencias e ideas clave que sirvieron de base para la segunda fase de este análisis. Encontramos, por ejemplo, que las circunstancias y el contexto sociocultural son clave para entender por qué las mujeres se convierten en emprendedoras. Destaca la necesidad económica, especialmente en un contexto de acontecimientos sociales como la migración, los conflictos armados y el despojo territorial, que han provocado pobreza, analfabetismo y mala salud en estas comunidades.

Identificamos una búsqueda de independencia económica para hacer frente a la misoginia, la discriminación de género, la marginación y la violencia contra las mujeres. Algunos emprendimientos surgieron de la necesidad de preservar y compartir la cultura e identidad de sus comunidades, y otros comenzaron como resistencia a las presiones externas sobre los territorios comunitarios: invasiones, expropiación de tierras, daños ambientales y explotación de recursos compartidos.

La estética surgió como un vehículo clave de empoderamiento entre los afrodescendientes. A través del turbante, el peinado y el cabello, la mujer negra refuerza su autoestima, conecta con sus raíces y enseña a sus hijos a abrazar su identidad. También vincula la venta de productos cosméticos y accesorios con la expresión de la identidad negra. En Colombia, las mujeres de Mata e’ Pelo son un ejemplo de este fenómeno.

Descubrimos que, a pesar de estar lejos de sus territorios, la solidaridad y valores sociales de la comunidad se mantuvieron fuertes. Las mujeres migrantes formaron asociaciones y se organizaron reconociendo sus raíces y costumbres comunes. Estas asociaciones han apoyado a sus miembros contra la violencia, la discriminación o el aislamiento mediante asesoramiento jurídico, formación económica y manteniendo tradiciones ancestrales a través de la artesanía, la comida y eventos ocasionales.

El análisis también señala ejemplos de cooperativas de mujeres, como las de Ecuador, formadas para garantizar que las mujeres pudieran tener una participación política efectiva e igualitaria, así como acceso a una remuneración directa. De este modo, las mujeres tenían voz en las decisiones relativas a sus territorios y recursos. Con motivos similares, se crearon fondos financieros para conceder facilidades sólo a las mujeres. Es importante señalar que los estudios han encontrado mejores índices de salud y educación en los niños de las comunidades donde las mujeres son las encargadas de distribuir los ingresos del hogar.

En otros casos, las empresas lideradas por mujeres fueron el resultado de alianzas formadas para preservar su cultura y sus tradiciones. Este fue el caso de las parteras de Brasil, que se reinventaron a sí mismas en un momento cuando a las mujeres de las etnias se les negaba su derecho a los sistemas de salud intercultural porque el Gobierno había puesto restricciones a la práctica de la partería, y acudir a un centro de salud implicaba una mayor probabilidad de un parto por cesárea. Las comadronas se asociaron para capacitarse en las directrices sanitarias impuestas por el gobierno y convertirse en aliadas de las entidades sanitarias autorizadas.

Las alianzas también sirven para abrir sus posibilidades de mercado. En muchos casos, el mantener procesos con técnicas ancestrales repercute en precios del producto elevado, es entonces que las alianzas y certificaciones ayudan a ingresar en mercados más especializados. Durante la pandemia de Covid-19, muchos emprendimientos se asociaron para vender en línea, como se vio en el caso de la tienda en línea Rurak Maki en Perú, que vende artesanías y arte popular indígena peruano hecho a mano.

En la cultura garífuna, en Mesoamérica, donde las comunidades se han enfrentado a la desposesión social, migratoria y territorial, el análisis identificó que la música, la danza y la comida se utilizaron como una forma de mantener viva la cultura de las comunidades dondequiera que estuvieran. Tal fue el caso del casabe y otros productos comestibles de los garífunas, que se industrializan y exportan a mercados tan competitivos como el de Estados Unidos. En el caso de la música, se ve a las mujeres reviviendo canciones basadas en la historia de sus pueblos y en su vida cotidiana, interpretadas en festivales y acompañadas de danzas.

Aunque la segunda fase del análisis está en curso, los resultados completos de la primera fase pueden verse aquí.

Para más información, póngase en contacto con Alejandra Zamora ([email protected]) y Omaira Bolaños ([email protected]).

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