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Tierra, Agua y Cambio: La importancia de la interseccionalidad y la unidad en la lucha por la justicia climática
Tricia Marie Charfauros, soñadora Indígena e hija de Guåhan y las Filipinas

En la medida en la que continua la lucha por la justicia climática, es fundamental reconocer la correlación entre la tierra, el agua, los ecosistemas y las comunidades humanas para que se genere un cambio positivo y duradero.

27 .01. 2025  
11 minutos de lectura
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Un pescador lanza una red al amanecer en Filipinas. Crédito: Shutterstock.

¿Qué sería de los bosques sin lluvia? ¿Qué sería de la tierra sin océanos? ¿Qué sería de las personas si no tuvieran representación? ¿Y qué sería de un presente sin futuro?

Durante miles de años, los Pueblos Indígenas, Pueblos Afrodescendientes y las comunidades locales de todo el mundo han adoptado y honrado una cosmovisión cíclica. Desde la siembra y la cosecha hasta los movimientos celestiales, las costumbres estacionales, las prácticas comerciales y la espiritualidad, dichos pueblos han basado su forma de vivir y de ser a una profunda comprensión sobre la interconexión.

Como Indígena Chamoru de la isla de Guam (Guåhan), me crié aprendiendo de mis mayores que el concepto de inafa’maolek es fundamental para nuestra identidad. Traducido como “el esfuerzo por alcanzar la armonía,” dicho concepto describe una forma de vida basada en hacer el bien; al atribuirle valores a la comunidad, el respeto, equilibrio y reciprocidad se encuentran por encima del ser individual; consideramos que hay más en la vida y en el hecho de vivirla que el mero momento del nacimiento y el final de la vida; y entendemos que somos participantes de un sistema que reboza nuestra existencia particular. Nuestras formas de vida se basan en la posición y peso que le otorguemos a la conexión creada entre las personas y el lugar.

A pesar de que dicha interconexión se encuentra firmemente aceptada por Pueblos Indígenas, Pueblos Afrodescendientes y las comunidades locales, muchas instituciones están quedando rezagadas. Como resultado, cuestiones globales tales como la crisis climática se ven exacerbadas por la perpetuación de sistemas fragmentados que, además, se encuentran mal equipados para influir en un cambio significativo. Esto evidencia la importancia de las soluciones holísticas.

El papel de las comunidades en la conservación de la tierra, los bosques y el agua

Cada vez más se reconoce a los Pueblos Indígenas como los custodios esenciales de los bosques y biodiversidad del mundo. Desde 2017, al menos 447 millones de hectáreas de tierras forestales pertenecen legalmente o han sido designadas a Pueblos Indígenas, Pueblos Afrodescendientes y las comunidades locales. Y en aquellos casos en los que se les reconoce legalmente sus derechos sobre dichos bosques, las tasas de deforestación frecuentemente descienden mientras que las relativas a la captura de carbono incrementan. Ahora que varios instrumentos internacionales reconocen por fin esta relación única entre Pueblos Indígenas, naturaleza y custodia, los conocimientos tradicionales y una mayor gobernanza Indígena serán fundamentales para hacer frente a la deforestación, la pérdida de biodiversidad y el cambio climático.

Un anciano pescador de las islas del Pacífico. Crédito: Shutterstock.

Sin embargo, aun cuando el movimiento a favor de la justicia climática ha incorporado matices que comienzan a formar un panorama más completo de todos los actores interesados, la investigación, políticas, inversiones y acciones para la mitigación y adaptación al cambio climático siguen siendo acotadas, y suele adoptarse un conocimiento limitado de los Pueblos Indígenas considerándoselos únicamente como agentes importantes para la gestión de tierras y los bosques, y se deja atrás otro tipo de ecosistemas, como los marinos y de agua dulce, también llamados ecosistemas azules. Persiste, por ejemplo, una brecha significativa en i) el reconocimiento de la existencia de Pueblos Indígenas del Pacífico como sujetos que mantienen relaciones únicas con el Continente Azul (también denominado “Pacífico Azul” o el océano Pacífico); ii) el poder alzar sus voces; y iii) el reconocimiento del papel fundamental que tienen y que pueden asumir en el descubrimiento de las soluciones al mayor problema planetario de la humanidad.

La importancia de los bosques y los árboles puede parecer simple y evidente. Sin embargo, ¿qué importancia se le atribuye al acceso, gestión y conservación de los ecosistemas azules? No tanta. Y quizá ello resulta comprensible para muchos. Vivimos y respiramos sobre la tierra, no en el agua. Cultivamos nuestros alimentos en campos, no en mares. Y para la mayoría de las áreas del mundo, la conexión con otras comunidades implica un viaje por tierra y no mediante un viaje transoceánico.

Pero el agua es vida. Y las conexiones entre la tierra y el agua no son meramente teóricas. Ya los ciclos de las plantas y el agua demuestran que una pequeña semilla puede crecer hasta convertirse en un roble imponente y una parte importante de dicho proceso depende de su nutrición a través de la luz solar, el suelo y el agua.

¿Qué es el nexo tierra-agua?

Aun cuando el término puede resultar novedoso para algunos, este concepto no lo es. Desde un punto de vista legal y conceptual, el nexo tierra-agua denota la conexión y dependencia entre la tierra y el agua. Por ejemplo, los derechos legalmente reconocidos sobre tierras y bosques comunitarios pueden ser un factor esencial para su capacidad de reclamar, proteger y ejercer sus derechos de posesión de espacios marítimos.

Para los pueblos que viven en bosques, este nexo se destaca por la importancia de los recursos de agua dulce para su subsistencia, salud y vitalidad cultural. No solo los seres humanos necesitamos agua para beber, cultivar y gestionar de otra forma recursos para sí; la flora y la fauna también dependen del agua para su crecimiento y supervivencia. Más aún, la densidad de nuestros bosques refleja directamente la capacidad de nuestro planeta de descarbonizarse a través de procesos naturales. Sin bosques, nuestra capacidad de revertir la concentración de contaminantes en nuestra atmósfera quedaría extremadamente limitada.

Costa de Guåhan. Fotografía: Tricia Marie Charfauros.

Sin embargo, la calidad del aire no es la única consecuencia de la deforestación. Además, independientemente de los bosques, varios recursos hídricos también son valiosos para la vida y estabilidad de las comunidades de todo el mundo.

Debe reconocerse la relevancia de los Pueblos Indígenas de las islas del Pacífico. Las islas del Pacífico son hogar de la más diversa gama de culturas Indígenas. Dentro de la región de Oceanía, los pueblos del Pacífico viven a lo largo de miles de islas que se extienden desde Australia y Papúa Nueva Guinea a Melanesia, Micronesia, y Polinesia. Además, a pesar de que Oceanía está compuesta por las naciones más pequeñas del mundo y con las menores huellas de carbono, sus pueblos se encuentran dentro de los más vulnerables al cambio climático y sus plazos para encontrar solución son apremiantes. Su gente, cultura, identidad, hogares, es decir, su existencia misma, está en amenaza.

Como pueblos costeros y navegantes, los Pasifika (término abarcativo utilizado para referirse a los isleños del Pacífico como gentilicio) dependen de la vida marina para su subsistencia y estabilidad cultural y económica. Sin embargo, la deforestación resulta de un aumento de la absorción de CO2 del océano. Este efecto combinado se denomina acidificación de los océanos, que consiste de una reducción significativa del pH de nuestras aguas (tornándolas más ácidas), lo que disminuye los componentes químicos necesarios que sostienen la base fundamental de los ecosistemas marinos, incluidas las caracolas y esqueletos de corales. Sin dichos organismos, los peces y otras especies se encontrarían en riesgo de extinción con una mayor incapacidad de detectar a sus depredadores. En dicho contexto, la red alimentaria global podría verse afectada.

Esta lucha también se extiende a cuestiones de importancia legal de escala internacional. La temperatura de la superficie marina en el suroeste del Pacífico ha aumentado tres veces más rápido que la del promedio global desde 1980 y la mayoría de los pequeños estados insulares en desarrollo del Pacífico se encuentran en zonas donde se proyecta que el aumento del nivel del mar será de un 10 al 30 por ciento mayor que el promedio global.

Las consecuencias del cambio climático en el Pacífico no son predicciones de un futuro distante sino de algo que está a vuelta de la esquina. El océano ya ha comenzado a tragarse países enteros. La nación insular de Tuvalu, por ejemplo, enfrenta ahora cuestiones sobre su soberanía, identidad nacional y futuro. Con una masa terrestre de unos 26 km2, a tan solo 4,5 metros sobre el nivel del mar, unos pocos centímetros de aumento en el nivel del mar implicarían la desaparición total de Tuvalu. Sin embargo, ante fronteras que se desvanecen y con la proyección de una pérdida de la demarcación física necesaria para su posición de soberanía ante la ley internacional, dicho país está surgiendo de las aguas como la primera nación digital. El gobierno de Tuvalu está recreando digitalmente su territorio, almacenando su historia y cultura y trasladando todas las funciones gubernamentales al espacio digital para facilitar la gobernanza de la diáspora de la nueva era.

Navegando la crisis climática a través de la acción

En tanto naciones insulares tales como Tuvalu se enfrentan ante un futuro sin precedente, será fundamental enfatizar el nexo tierra-agua y los derechos de posesión de espacios marítimos para poder navegar la crisis climática de manera efectiva y significativa.

En marzo de 2023, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó una resolución histórica que solicita una opinión consultiva del Tribunal Internacional de Justicia sobre las obligaciones de los Estados respecto del cambio climático. Como resultado del liderazgo juvenil en la campaña “Estudiantes de las Islas del Pacífico que luchan contra el cambio climático” [Pacific Island Students Fighting Climate Change] y el apoyo de la nación insular de Vanuatu, el máximo tribunal mundial está actualmente tratando un nivel récord de 91 declaraciones, 62 comentarios, y 107 declaraciones orales de gobiernos estatales y organizaciones internacionales relativos a lo siguiente:

  • Las obligaciones de los estados de protección del medio ambiente de emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero; y
  • Las consecuencias jurídicas ante el incumplimiento de dichas obligaciones por parte de los estados que perjudiquen de manera significativa los pequeños estados insulares en desarrollo y a las generaciones presentes y futuras.
El ministro de Justicia, Comunicación y Asuntos Exteriores de Tuvalu, Simon Kofe, hace una declaración en la COP26 mientras se encuentra en el océano en Funafuti, Tuvalu, el 5 de noviembre de 2021. Crédito: Ministerio de Asuntos Exteriores de Tuvalu | Reuters.

Más allá de las medidas formales de responsabilidad judicial, plantear como temas principales en conversaciones políticas claves el desarrollo de sistemas de derechos de posesión de espacios marítimos y el posicionamiento del nexo tierra-agua será decisivo para poder asegurar soluciones justas y equitativas para los Pasifika ante los crecientes desafíos de sustentabilidad, distribución de energía, gestión de recursos y gobernanza ambiental.

Desde la exploración de energía eólica marina y minería en el lecho marino profundo hasta la asignación de créditos de carbono azul y el acceso a los servicios de ecosistemas marinos, la inclusión de la opinión de los Pueblos Indígenas del Pacífico en la toma de decisiones que directamente les afectan es fundamental tanto para aumentar su participación como para lograr el cumplimiento de objetivos mundiales de conservación.

Actualmente nos encontramos ante una oportunidad única para traer esperanza y seguridad para el futuro y los derechos de las comunidades costeras. La Iniciativa de Derechos y Recursos (RRI, según sus siglas en inglés) ya está involucrándose en esta tarea importante mediante: la expansión de investigaciones y análisis en la intersección de los derechos sobre la tierra, los bosques, el agua y en materia de género; el lanzamiento de su conjunto de datos sobre el agua en el marco de la Herramienta de rastreo de tenencia [Tenure Tool] durante la Semana Mundial del Agua el año pasado; potenciando el Estándar para los Derechos de la Tierra; entre otros.

Sin embargo, redirigir las mareas de cambio exige un compromiso y contribuciones de parte de todos. Requiere de inversiones, colaboración y unidad de todos los sectores, instituciones e individuos. En tanto las partes interesadas deliberan sobre cómo apoyar de la mejor manera a los Pueblos Indígenas del Pacífico en futuras acciones climáticas, recomiendo que:

  • Las empresas privadas reevalúen sus prácticas internas para llegar a cero emisiones netas de carbono o comprometerse a adoptar el Estándar de Derechos de la Tierra.
  • Los legisladores hagan uso del conocimiento, pericia y experiencias de las mujeres, jóvenes, ancianos y expertos de los Pueblos Indígenas del Pacífico para dar a conocer la reforma política.
  • Los representantes nacionales se comprometan a aclarar los enfoques nacionales e internacionales para el desarrollo de los derechos de posesión de espacios marítimos para potenciar la participación de los Pasifika en la toma de decisiones vinculada con el clima o para el reconocimiento jurídico del revolucionario reclamo de soberanía de Tuvalu.
  • Los individuos del público en general incluyan a los Pasifika en conversaciones (formales o informales) relacionadas con el clima o efectúen donaciones a organizaciones que trabajen para garantizar sus derechos.
  • Los estudiantes e intelectuales ayuden a mejorar las discusiones en el aula aportando más perspectivas de los pueblos Pasifika y sus experiencias o que contribuyan en investigaciones que mejoren su posición dentro de los marcos institucionales.

Aún cuando cuestiones tales como el financiamiento, la aplicación de la ley, la ausencia de fronteras marítimas, la diversidad de recursos relacionados con el agua, y la amplitud de contextos específicos de las comunidades en Oceanía puedan complicar el avance del derecho internacional y los objetivos del derecho de posesión del espacio marítimo, ello no podrá doblegar nuestro deseo de acudir al llamado de un planeta en peligro y un pueblo en riesgo. Nuestros recursos naturales son, efectivamente, limitados, pero nuestro poder y potencial para abordar las consecuencias del agotamiento de dichos recursos son ilimitados cuando los reagrupamos de manera conjunta.

Isla de Rah, Vanuatu. Dos jóvenes isleñas sentadas en una barca de madera pescando. Fotografía: Jantira Namwong.

Mi visión del futuro

El nombre de mi isla natal, Guåhan, proviene de la palabra guaha que significa “tener” o “existir”. Guahan puede interpretarse como “tener algo (en abundancia) o “lo que existe (para todos)”. Es testimonio de la creencia fundamental de la abundancia sobre la escasez: cuando se toma algo, a cambio, debemos encarnar la generosidad.

A diferencia de otras especies, la humanidad comparte su abundancia. Tenemos cultura, creatividad, comunidad y mucho más. Y, a cambio de todo lo que hemos tomado del mundo físico, es imperativo que volvamos a este estado de abundancia y trabajemos en la restauración del nuestro planeta.

La tarea que tenemos por delante es tanto amplia como acotada, extensa y progresiva. Pero es posible si aunamos nuestros esfuerzos y ponemos la mirada en realzar y escuchar a aquellos que sean más vulnerables entre nosotros, incluidos nuestros hermanos y hermanas Pasifika.


 

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