¿Cómo pueden las comunidades locales de Nepal beneficiarse económicamente de sus bosques? El modelo de ejidos que se aplica en México podría abrir nuevas puertas al respecto
Con su sombrero de ala ancha, Carlos Pérez Sebastián, nuestro guía de campo durante la semana, afirmó: “La silvicultura comunitaria es una gran alternativa para el desarrollo, pues mejora los espacios verdes, el oxígeno, el agua y la biodiversidad. Al practicar la silvicultura comunitaria, estamos garantizando un mejor futuro para nuestros hijos y nietos”. Carlos explicaba esto al pie de una ladera que un ejido (grupo forestal comunitario) había restaurado con especies autóctonas en Cruz de Ocote, ubicado en Ixtacamaxtitlán, México. Prestando mucha atención a la explicación de Carlos, también estaban presentes varios líderes de Nepal, quienes habían viajado grandes distancias para llegar a México y aprender de uno de los ejemplos más exitosos del mundo en el campo de la silvicultura comunitaria.
Al igual que México, Nepal representa una historia de éxito con respecto a la silvicultura comunitaria. En 1993, este país aprobó la Ley Forestal Comunitaria, la cual reconoce a los grupos de usuarios comunitarios de los bosques (CFUG, por sus siglas en inglés) como administradores de sus bosques.
Después de casi 26 años, los CFUG han aumentado la cobertura boscosa de Nepal en más del 20 por ciento[i]. A pesar de este considerable logro, los CFUG tienen una limitada capacidad en cuanto al acceso a productos forestales. Esto obedece a una serie de políticas y reglamentos restrictivos sobre el desarrollo de empresas forestales comunitarias.
Si bien los bosques de Nepal son ricos en productos forestales, muchas comunidades dependientes de los bosques viven en condiciones de pobreza y enfrentan una gran cantidad de retos, incluida la falta de empleo y de ingresos. Debido a que los bosques en Nepal se han extendido bajo la protección constante de los CFUG, el desarrollo a través de la silvicultura comunitaria es un aspecto esencial en la nueva fase de gobernanza y crecimiento en el país.
Sin embargo, el régimen restrictivo de gobernanza forestal en Nepal continúa impidiendo que se desarrolle el verdadero potencial de la silvicultura comunitaria, especialmente a través de reglamentos prohibitivos relacionados con aspectos de extracción, acceso a los mercados y empresas comunitarias. Con la nueva Constitución, se ha investido a los gobiernos locales del poder necesario para regir y regular la silvicultura comunitaria. Esta transferencia de poder representa tanto riesgos como oportunidades para el futuro de la silvicultura comunitaria en este país.
Para abordar estos riesgos y centrarse en las oportunidades existentes, a finales de abril de 2018, la Green Foundation de Nepal de Nepal de Nepal de Nepal de Nepal de Nepal de Nepal organizó una visita con la RED MOCAF de México, con el propósito de ofrecer conocimientos a los nuevos funcionarios gubernamentales de Nepal (de reciente elección) sobre modelos de empresas forestales comunitarias (EFC) dentro de los ejidos, o sistemas de silvicultura comunitaria en México. El Mecanismo de Respuesta stratégica (SRM, por sus siglas en inglés) de RRI brindó apoyo a este intercambio.
La delegación visitó varios ejidos en los cuales se realizan diversas actividades para generar ingresos, que van desde la práctica del ecoturismo hasta la cría de peces y el desarrollo de plantaciones en Puebla, un estado ubicado en la región central montañosa de México, famoso por sus bosques y su madera, y por la producción de manzanas.
Los bosques constituyen el 72 por ciento de la superficie terrestre total de México; o bien, 141,7 millones de hectáreas, un área 20 veces más grande que Nepal. Según lo explicó durante el viaje el Dr. Gustavo Mendoza, de CONAFOR, casi el 80 por ciento de estos bosques son propiedad de los ejidos. En total, existen 15.584 ejidos y propietarios de tierras comunales[ii].
Los bosques en Nepal también abarcan una cantidad considerable de tierras (casi el 45 por ciento de su superficie) y son uno de los factores principales que contribuyen la diversidad biológica y a la adaptación al cambio climático en el país. Asimismo, estos bosques ofrecen una amplia variedad de servicios a las comunidades que dependen de estos. En Nepal, hay más de 19.361 CFUG que gestionan más de 1,8 millones de hectáreas, lo que equivale al 30 por ciento de la superficie total del país. De esta forma, los CFUG asumen la responsabilidad de gestionar gran parte de los bosques de la nación[iii].
En un caluroso domingo de abril, ocho funcionarios gubernamentales de Nepal, en representación de los tres niveles del sistema federal, llegaron a la Ciudad de México con un propósito en mente: aprender más sobre los ejidos del país, en especial sobre la forma en que el gobierno y las comunidades se pueden beneficiar económicamente de las empresas forestales comunitarias (EFC) y la manera de incorporar esto en políticas y reglamentos equitativos en Nepal.
Los funcionarios gubernamentales que viajaron a México pertenecen a los tres partidos políticos principales del recién formado gobierno nepalés, velando así por que las distintas perspectivas del país estuvieran muy bien representadas.
La Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) recibió a la delegación en su sede central en la Ciudad de México, donde el Dr. Gustavo Mendoza planteó las complejidades de la silvicultura del país. Él explicó que cuando es necesario, el Programa Nacional Forestal (PRONAFOR) ofrece asistencia técnica y financiera a los ejidos, mientras, de forma simultánea, estos generan suficientes ingresos para mantener la mayoría de sus actividades y reinvertir un alto porcentaje de sus ganancias en los ejidos.
El grupo de funcionarios tuvo la oportunidad de visitar cuatro ejidos. Cada uno de estos realiza diferentes actividades para la generación de ingresos.
El ejido de Acholiuia —el más antiguo que visitó el grupo de delegados (fundado en 1920)— abarca un área de 4.190 hectáreas, 477 de las cuales son bosques. Una vez allí, los miembros del ejido explicaron a la delegación de Nepal la forma en que dependen tanto de las actividades forestales (plantaciones para la producción de madera) como de la agricultura. Se han logrado restaurar muchas de las plantaciones en estas tierras, pasando de pastizales áridos a áreas frondosas y saludables de pino local.
En términos generales, la comunidad reinvierte entre el 30 y el 70 por ciento de sus ingresos mensuales en el ejido, lo cual les permite gestionar y mantener propiedades comunes, tales como áreas para viviendas, zonas agrícolas y de pastos, ganado y escuelas, entre otras.
Rodeado de un manto de niebla, el ejido Cruz de Ocote, fundado en 1980, se estableció en una vieja hacienda y abarca un total de 1.075 hectáreas. Este ejido genera la mayoría de sus ingresos mediante la producción de maíz, viveros y actividades de restauración forestal. Los miembros de la comunidad explicaron cómo entre el 30 y el 40 por ciento de sus ingresos se reinvierten en el ejido. Los fondos se han utilizado en la resturación de la vieja hacienda para establecer allí las oficinas del ejido y también para contar con un espacio para la comunidad.
Para llegar hasta el ejido de Tulimán, tuvimos que recorrer un camino de barro con curvas cerradas, el cual nos pareció interminable. Sin embargo, el difícil trayecto valió la pena cuando pudimos ver la increíble cascada que el ejido se encarga de mantener.
Durante la visita del grupo a este ejido, se les explicó que han logrado generar unos $100.000 anuales y se emplea directamente al 60-80 por ciento de los miembros de la comunidad para que apoyen las actividades ecoturísticas, las cuales van desde giras a la cascada con visitantes, a cargo de un naturalista, hasta la construcción de cabañas, espacios para reuniones y otras obras similares con su propia madera, al igual que la creación y el mantenimiento de actividades recreativas e interactivas relacionadas con los bosques, y servicios de alojamiento para huéspedes.
Durante la visita, Ghan Shyam Pandey, promotor de silvicultura comunitaria en Nepal y que recientemente resultó electo como el nuevo alcalde de Tulsipur, explicó lo siguiente: “Tenemos muchos bosques en Nepal, pero nosotros [los grupos de usuarios comunitarios de los bosques —CFUG] no podemos contribuir económicamente al desarrollo. Contribuimos en gran medida a la biodiversidad y a la conservación del país, y ofrecemos muchos servicios ambientales. Es por eso que hemos venido a México, para observar la forma en que las empresas forestales comunitarias están contribuyendo considerablemente a la economía local, regional y nacional. Esperamos aplicar esta experiencia a la formulación de políticas que permitan que las EFC contribuyan a la economía nacional y local”.
En promedio, los ejidos pagan aproximadamente el 5 por ciento de sus ingresos anuales en impuestos, mientras que entre el 30 y el 80 por ciento se reinvierte en los ejidos.
La rentabilidad tanto para el gobierno central como para los ejidos es alta, lo cual es posible gracias al hecho de que estos ejidos poseen sus tierras y los derechos para talar, procesar, vender y obtener ingresos mediante sus empresas forestales comunitarias, las cuales reciben el respaldo del gobierno.
Los miembros de los ejidos son propietarios de sus tierras[iv] y dentro de estos hay comunidades que se encargan de la producción y de los ingresos provenientes de los productos forestales.
“Solo cuando las comunidades son propietarias de sus tierras pueden mejorarlas realmente. Este es un ejemplo sobre la forma en que las comunidades pueden restaurar áreas degradadas y crear paisajes productivos que serán sostenibles”, afirmó Carlos Pérez Sebastián.
Con las promesas de establecer una nueva legislación en torno a las empresas forestales comunitarias, reformar los reglamentos sobre la producción y con el tiempo aprobar la Ley sobre Derechos Forestales, la delegación de Nepal regresó a su país con grandes esperanzas de lograr un cambio positivo en el área de los derechos forestales y las EFC. Los sistemas de ejidos les ofrecieron ejemplos exitosos sobre la manera en que la silvicultura forestal puede ofrecer su apoyo a empresas forestales productivas que beneficien tanto al Estado como a los miembros de las comunidades.